Recapitulemos en cámara rápida: D’s crea el mundo y a los animales y luego al hombre. Ve que no es bueno que esté solo y crea a la mujer. Les advierte que no coman del fruto prohibido, pero lo hacen y Adam y Eva conocen el bien y el mal, entonces los expulsa del paraíso y a la mujer la condena a parir con dolor. Luego Caín mata a Abel, y es condenado a ser un fugitivo.
En Noaj el castigo divino de la iniquidad toma otra envergadura: son (casi) todos los hombres los que pecan, es toda la humanidad la que será destruida por el diluvio, salvo Noaj el justo, su mujer, sus hijos y sus nueras. Un detalle: también sobrevivirán parejas de todos los animales que pueblan la Tierra.
Las preguntas que despierta esta parashá son incontables: ¿porqué la mujer, los hijos y las nueras de Noaj se salvan, si de ellos no se sabe si eran justos o no? ¿El justo adquiere por sus buenas acciones el derecho a salvar asimismo a su familia de eventuales pecadores?
Pero lo que encuentro más fascinante es la ética de la biodiversidad descripta en la parashá: es el hombre el responsable por la continuidad genética de todos los animales, los que le son útiles y los que lo perturban o incluso amenazan: D’s creo diversas criaturas, una de ellas, el hombre, debe velar por todas las otras. Incluso esperando el diluvio y, por ende, concentrado en salvar a su familia y a sí mismo, debe tomarse el trabajo de construir un arca lo suficientemente grande como para allí que entren y sobrevivan todos los seres vivos.
Yo iría mas lejos: pienso que la parashá no es una anticipación temprana y genial de la noción moderna de biodiversidad, sino lo contrario, que lo que hoy sostienen todas las naciones respecto a conservar la biodiversidad de las especies no es sino un reconocimiento universal pero tardío del principio ético judío introducido en la parashá: que el hombre es responsable por la continuidad todas las especies vivas de la Tierra: tanto hemos repetido esta parashá y tanto ha sido copiada por las religiones que se engendraron a partir del judaísmo que, al final, el mensaje fue entendido y aceptado por toda la humanidad.
La parashá misma lo dice: luego que todos salen del arca, D’s le informa a Noaj que no volverá a inundar la tierra en razón del hombre, y que esa será su alianza con los descendientes de Noaj y con todas las criaturas vivientes. וַאֲנִי, הִנְנִי מֵקִים אֶת-בְּרִיתִי אִתְּכֶם, וְאֶת-זַרְעֲכֶם, אַחֲרֵיכֶם. י וְאֵת כָּל-נֶפֶשׁ הַחַיָּה אֲשֶׁר אִתְּכֶם, בָּעוֹף בַּבְּהֵמָה וּבְכָל-חַיַּת הָאָרֶץ אִתְּכֶם; מִכֹּל יֹצְאֵי הַתֵּבָה, לְכֹל חַיַּת הָאָרֶץ. וַהֲקִמֹתִי אֶת-בְּרִיתִי אִתְּכֶם, וְלֹא-יִכָּרֵת כָּל-בָּשָׂר עוֹד מִמֵּי הַמַּבּוּל; וְלֹא-יִהְיֶה עוֹד מַבּוּל, לְשַׁחֵת הָאָרֶץ
Es decir, los judíos no pueden hacerlo solos, conservar la biodiversidad es una tarea de toda la humanidad: D’s no volverá a producir un diluvio, si los animales perecen no es mas por voluntad de D’s, sino por negligencia o decisión del hombre que es su único guardián.
martes, 28 de octubre de 2008
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