sábado, 20 de diciembre de 2008

Parashá Vaietzé - וַיֵּצֵא - Rivki y Gabi Holzberg

Recorrí la parashá Vaietzé en todas las direcciones buscando algún consuelo por la tortura y el asesinato de Rivki y Gabi Holzberg en Mumbai: no encontré ninguno. La parashá no nos enseña a soportar mejor el duelo, en realidad ninguna parashá explica lo que ocurrió ni nos ayuda a calmar nuestra ira hacia las bestias salvajes que ordenaron y cometieron semejante atrocidad.

Lo que sí tengo son preguntas. En esta parashá, D’s le promete a Iaacov que todas las familias de la tierra (כָּל-מִשְׁפְּחֹת הָאֲדָמָה) serán bendecidas gracias a él y a su posteridad. En esa posteridad se cuentan los Holzberg; entre todas las familias de la tierra se cuentan, si leemos literalmente, las familias de esas bestias salvajes. Más aún, las familias de todas las bestias salvajes que conocimos en nuestra historia. También las otras familias, bien entendido, pero concentrémonos en las de los asesinos. Gabi y Rivki estaban en Mumbai para servir a aquellos que necesitaban de una casa judía, de una comida kasher, de una cercanía con el mundo espiritual.

Yo no pertenezco a Jabad, pero no dejo de admirar esa clase de obras. La clase de misión desinteresada de Gabi y Rivki tiene como resultado que, tarde o temprano, otros los emulen y brinden sus vidas para ayudar a los otros, en una espiral contagiosa sin final. Ese es el espíritu de Jabad. Haciendo lo que hacían por los judíos, Gabi y Rivki lo hacían por mejorar el mundo en que vivimos. Por todas las familias del mundo.No por los asesinos, sí por sus familias. Por la esperanza que, en alguna generación, sus descendientes se despierten y, emulando a Gabi y Rivki, hagan de su vida algo similar en sus propias religiones, que se consagren desinteresadamente a ayudar espiritualmente a los demás, que les muestren lo más positivo de sus creencias y que, a su manera y siguiendo sus propias tradiciones, se dediquen a mejorar el mundo.

Si no tienen hoy ejemplos que emular en sus propios sistemas sociales y se libran, por ello, a la barbarie, Gabi y Rivki son luces que encienden otras luces que a su vez encenderan otras luces, con la esperanza que, algún día, haya suficientes luces como para iluminar a las familias de toda la Tierra.

Mientras ello no ocurra, sólo nos queda entender que, sin las luces como las que se apagaron en Mumbai, el mundo sería un lugar mucho peor. Tenemos que prenderlas de nuevo, no tenemos consuelo, pero tampoco nos queda alternativa. Por nuestras familias y por las de ellos.

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