Parasha Bezot Habraja – La crisis financiera...וְזֹאת הַבְּרָכָה, אֲשֶׁר בֵּרַךְ מֹשֶׁה אִישׁ הָאֱלֹהִים--אֶת-בְּנֵי יִשְׂרָאֵל: לִפְנֵי, מוֹתוֹ
Moisés dedica una bendición a cada una de las tribus de Israel antes de su muerte (mi preferida es la que dedica a la tribu de Benjamín, el predilecto, que reposa en confianza frente a D’s, quien le prestará siempre refugio).Temeroso de que la parashá sea pertinente con la realidad actual, traté de encontrar una bendición para alguna de las tribus que asemeje mínimamente a algo así como “tus inversiones financieras no sufrirán desastres súbitos”, y fue grande mi agrado al no encontrar ninguna, ni siquiera metafórica: no existen bendiciones de éxito financiero en la tradición de Israel.
En realidad, la acumulación de riquezas es de por sí proclive a alejar de la buena senda a sus prodigios; mi intuición me dice que el enriquecimiento a través de instrumentos financieros ininteligibles es, como mínimo, sospechoso. Eventualmente, una violación del séptimo mandamiento.
La crisis no me preocupa, sino la reacción de la opinión pública mundial y de sus líderes, concentrada frenéticamente en evitarla como si ella fuera el mal supremo. Es decir: no he visto una movilización semejante para detener la carrera a la bomba atómica de Irán - y el consecuente fin de la no proliferación nuclear - ni para detener el calentamiento global del planeta, los cuales me parecen problemas de una entidad muy superior.
No minimizo los efectos de una severa recesión económica: desempleo e incremento de las carencias de los más pobres, pero contrariamente a todo lo que leo en los diarios en los últimos días, yo no creo que la crisis financiera de 1929 haya sido una enorme catástrofe del Siglo XX ni que los gobernantes de esos días hayan sido culpables en particular de no haberla tratado a tiempo. Los judíos nos manejamos con otras proporciones y sabemos bien cuál fue la catástrofe verdaderamente insoportable del Siglo XX: la Shoá. Si ella no pudo ser evitada fue porque evitarla no era la primera prioridad de la opinión pública internacional; si los gobernantes de esos días fueron culpables de algo en particular no fue de ignorancia de los instrumentos de politica monetaria, sino de no haber tenido el coraje de detener a tiempo a los nazis.
La crisis de 1929 produjo las condiciones necesarias para el surgimiento del nazismo y la cobardía de quienes deberían haberse opuesto a su desarrollo; lo que me preocupa de la crisis de 2008 no es si las acciones van a recuperar su nivel de precios de hace unos meses en uno, cinco y diez años, sino si en uno, cinco o diez años una ideología fundamentalista islámica aprovechará la situación y la consecuente debilidad de la opinión pública occidental para dotarse de armas letales e intentar, nuevamente, destruir al pueblo judío. Candidatos hay, y ya empezaron a festejar las nuevas oportunidades que leen en el cielo.
Lo otro que me preocupa es que, exhaustos de gastar dinero en salvar al sistema financiero, no quede nada para combatir el calentamiento global y salvar la temperatura moderada del planeta sobre la cual reposa no sólo el sistema financiero sino también cientos de millones de personas. No existe una bendición respecto de ser rico; el capital financiero puede ganarse con un golpe de buena suerte y perderse en un rato de mala suerte, el capital moral no se pierde, se acumula poco a poco y se transmite a través de la educación y del ejemplo a los hijos y a las siguientes generaciones sin que ningún acontecimiento externo pueda afectarlo. Son las bendiciones de Moisés que llegan hasta nuestra generación, lo demás, aunque sea políticamente incorrecto decirlo en estos días, es secundario.
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