sábado, 25 de octubre de 2008

Parasha Hazainu

Las nuevas idolatrías (Deut.32-17)




Estamos en la antepenúltima parashá de la Torá, queda poco tiempo para las últimas advertencias.




Sin sorpresa, encuentro la misma recomendación que yo haría a mis propios hijos: cuidarse de las idolatrías en las cuales yo nunca pensé, a las que no les tuve miedo porque no las conocí, de las nuevas tecnologías que desarrollarán los idólatras para legitimarse y alimentar su poder, cuya mayor ventaja para propagarse es la falta de anticuerpos transmitidos de padres a hijos para protegerse de ellas.




¿Cómo protegernos de las idolatrías contra las cuales nadie nos previno? Más difícil aún, ¿cómo proteger a las generaciones futuras contra las idolatrías que nosotros siquiera podemos imaginarnos? ¿Cómo darles a nuestros hijos defensas contra las adoraciones que los desviarán del camino del bien sin matarles la curiosidad por las novedades del futuro y sin cerrarles la mente a las nuevas ideas que contribuyen al bien? ¿Cómo enseñarles a detectar a simple vista lo que va a terminar mal, las ambivalencias y claroscuros que no son sino salvoconductos hacia el mal, las personas que los van a llevar hacia el mal, el mal puro y simple, las adoraciones que van a debilitar su capacidad para defenderse del mal? ¿Cómo convencerlos de que las inyecciones de placer anestesian el dolor y nos hacen sentir vivos, pero también duermen nuestras alertas contra la belleza de los nuevos ídolos con los cuales nos cruzamos cada día?




No existe una lista de idolatrías posibles, lo único que tenemos para protegernos de ellas es hacer ejercicios constantes de cuestionamiento de nuestras acciones y de lo que nos rodea, arrepentirnos de lo que no es el camino recto, y empezar de nuevo. El es ejercicio de Iom Kipur, el día más sagrado, el depurarnos de todas las idolatrías, de las que conocemos y de las que vendrán, prometiendo que la lista será más corta el próximo año, que con la práctica de sacárnoslas de encima una y otra vez, la próxima vez la identificaremos más pronto y, al no adoptarlas, no hará falta arrepentirnos de ellas.




Lleva toda una vida. El Iom Kipur es la clave de nuestra adaptación al mundo moderno y de nuestra continuidad, ellos podrán inventar todas las idolatrías que quieran, tarde o temprano nosotros las detectaremos y nos inmunizaremos contra su invasión. Esperando que las generaciones futuras procedan igual, hasta el final de los días.

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